El término de “la guerra contra las drogas” fue acuñado en 1971 por el presidente de los Estados Unidos Richard Nixon; sin embargo, la idea de “un mundo libre de drogas” se venía gestando desde 1914 y se ratificó en 1961 cuando se realizó la Convención Única sobre Estupefacientes, en la cual varios países se pusieron de acuerdo para terminar con la oferta y la demanda de drogas a través de su criminalización (Martjin, 2016).
Muchos años después, varios países sufren los efectos devastadores en términos ambientales, políticos y económicos de esta “guerra contra las drogas”, sin embargo, el impacto más alto se da en materia de derechos humanos (Martinez, 2016).
La seguridad individual de los usuarios de SPA se ve amenazada por la persecución a la que se ven sometidos.
La adulteración de sustancias psicoactivas, gracias a la dinámica de los mercados, pone en riesgo la salud y la vida de los consumidores.
Las diferentes políticas nacionales destinadas a disminuir los cultivos de coca, como la aspersión o la erradicación manual, generan afectación económica en los cultivadores de muchos territorios donde no hay otras alternativas de sustento (Cupajita, 2015).
En el 2010 las actividades de producción de coca cobraban en Colombia alrededor del 40% de las muertes por homicidio (CICAD, 2013).
Los delitos relacionados con microtráfico representan la primera causa de encarcelamiento de mujeres y la segunda en hombres de Latinoamérica (CICAD, 2015).
A partir de esto se evidencia que la política de drogas se enfoca en los eslabones más débiles de la cadena y no ha logrado incidir sobre los eslabones más fuertes del narcotráfico; además de que acarrea un gasto económico desproporcionado (Uprimny, Chaparro y Cruz, 2017).
Teniendo en cuenta lo anterior, en el 2016 los presidentes de Colombia, Guatemala y México convocaron a una sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de exponer los altos costos de esta guerra y las escasas ganancias que estaba dejando. Estos países, con el apoyo de países como Brasil, reconocen la necesidad de responder a este fenómeno bajo un enfoque más amplio de desarrollo humano, reconociendo el fracaso de las estrategias represivas y la necesidad de plantear una nueva política centrada en la regulación del mercado de las drogas.
Regular el mercado de las drogas implica que los gobiernos asuman el control sobre el acceso legal restringiendo las drogas mientras se llevan a cabo las estrategias de prevención y reducción de riesgos; daños asociados a su uso, protegiendo así la seguridad, salud social y personal.
La reducción de riesgos está encaminada a evitar que el consumo experimental y el uso esporádico se conviertan en uso continuado, por su parte, la reducción de daños debe reducir o limitar los daños ocasionados a la salud de las personas que consumen drogas y, en general, los efectos sociosanitarios indeseables relacionados con su uso (Ministerio de la Protección Social, 2007).
A pesar de que durante la asamblea muchos países se mostraron de acuerdo con la necesidad de dar un enfoque diferente, otros países como Rusia, China e Irán, que a propósito tienen gran influencia política y económica, se negaron absolutamente en apropiar estrategias de reducción de riesgos y daños en usuarios de sustancias psicoactivas.
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Recomendaciones generales:
📌No consuma ninguna sustancia psicoactiva, si lo hace que no sea de forma habitual.
📌Cuídese físicamente antes, durante y después del consumo a través de la alimentación y la hidratación.
📌Implemente estrategias de desintoxicación los días siguientes al consumo
🔥 Signos de alarma 🔥
Si siente la necesidad de aumentar la dosis para sentir los efectos que inicialmente sentía, dese un respiro y no consuma durante un buen tiempo, eso va a disminuir la tolerancia, manténgala ahí a través del consumo no habitual, es decir, que no haga parte de su rutina o que el consumo no presente un patrón.
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