Esta es la pregunta que más nos han hecho y sentimos decir que después de una búsqueda exhaustiva no tenemos la respuesta.
Desde el punto de vista científico, establecer una Unidad Estándar para la #marihuana ha representado muchas dificultades. La evaluación de los efectos del #cannabis sobre la salud tiene se ve influida por aspectos como la variabilidad en la composición de la sustancia, además de las formas de administración, sus vías y los diferentes adulterantes que puede contener.
Si bien la #dosis ha demostrado ser fundamental para evaluar los resultados relacionados con las drogas, el consumo de cannabis se describe principalmente por frecuencia de uso (Mariani, Brooks, Haney, y Levin, 2011; Norberg, Mackenzie, y Copeland, 2012; van der Pol et al., 2013; Walden y Earleywine, 2008). El consumo riesgoso de cannabis está delimitado por algunos autores por el uso diario (sin determinar la cantidad ni la composición) (Coffey, Lynskey, Wolfe, y Patton, 2000).
Hasta el momento se han publicado pocos intentos de desarrollar unidades de cannabis (Norberg et al., 2012; Zeisser et al., 2012) y muestran varias debilidades. Por ejemplo, las unidades se basan en gramos de cannabis cuya composición puede variar mucho (EMCDDA, 2008). Mientras tanto, se sigue desconociendo qué cantidad del principal cannabinoide psicoactivo del cannabis —9-tetrahidrocannabinol (9-THC) (Mechoulam y Gaoni, 1964)— está presente en las unidades propuestas. En España Casajuana, López Pelayo, Balcells Oliveró, Miquel de Montagut, Teixidó, Colom i Farran, y Gual Solé (2017) realizaron un estudio piloto con el fin de avanzar en el abordaje y estudio del consumo de cannabis, sin embargo los resultados de este estudio no son concluyentes ni se aplican al contexto latinoamericano.
Hasta el momento no hay evidencia científica que determine la dosis segura de marihuana, esta dosis depende del peso y estatura de la persona, su metabolismo, la sustancia, la concentración, la forma de administración y la vía además de la frecuencia de consumo. Un indicador confiable de consumo riesgoso de marihuana es el aumento de la tolerancia a la sustancia (disminución de la sensibilidad que hace que se tenga que aumentar la dosis para conseguir los efectos iniciales) por esta razón no se recomienda el consumo repetido (no se puede establecer una cifra concreta para delimitarlo, dependiendo del organismo una persona puede aumentar su tolerancia con consumos diarios, semanales o mensuales). Otro indicador importante para identificar un consumo de riesgo es el consumo ligado a necesidades fisiológicas como el sueño o la alimentación (fumar para poder dormir o comer) o necesidades psicológicas como el manejo emocional.
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Recomendaciones generales
📌No consuma ninguna sustancia psicoactiva, si lo hace que no sea de forma habitual.
📌Cuídese físicamente antes, durante y después del consumo a través de la alimentación y la hidratación.
📌Implemente estrategias de desintoxicación los días siguientes al consumo
🔥 Signos de alarma 🔥
Si siente la necesidad de aumentar la dosis para sentir los efectos que inicialmente sentía, dese un respiro y no consuma durante un buen tiempo, eso va a disminuir la tolerancia, manténgala ahí a través del consumo no habitual, es decir, que no haga parte de su rutina o que el consumo no presente un patrón.
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Referencias bibliográficas
Cristina Casajuana, C. López Pelayo, H.Balcells Oliveró, M.Miquel de Montagut, L. Teixidó, L. Colom i Farran, J. Gual Solé, A. (2017). Estableciendo la unidad de porro estándar, estudio piloto. Adicciones: Revista de socidrogalcohol, ISSN 0214-4840, Vol. 29, Nº. 4, págs. 227-232. recuperado el 2 de agosto de 2018 de: file:///C:/Users/DeLiberar/Downloads/721-1896-2-PB%20(1).pdf
Mariani, J. J., Brooks, D., Haney, M. y Levin, F. R. (2011). Quantification and comparison of marijuana smoking practices: Blunts, joints, and pipes. Drug and Alcohol Dependence, 113, 249–251. doi:10.1016/j.drugalcdep.2010.08.008
Norberg, M. M., Mackenzie, J. y Copeland, J. (2012). Quantifying cannabis use with the Timeline Followback approach: A psychometric evaluation. Drug and Alcohol Dependence, 121, 247–252. doi:10.1016/j.drugalcdep.2011.09.007
Van der Pol, P., Liebregts, N., Brunt, T., van Amsterdam, J., de Graaf, R., Korf, D. J., … van Laar, M. (2014). Cross-sectional and prospective relation of cannabis potency, dosing and smoking behaviour with cannabis dependence: An ecological study. Addiction, 109, 1101– 1109. doi:10.1111/add.12508
Walden, N. y Earleywine, M. (2008). How high: quantity as a predictor of cannabis-related problems. Harm Reduction Journal, 5, 20. doi:10.1186/1477-7517-5-20
Coffey, C., Lynskey, M., Wolfe, R. y Patton, G. C. (2000). Initiation and progression of cannabis use in a population-based Australian adolescent longitudinal study. Addiction, 95, 1679–1690. doi:10.1046/j.1360- 0443.2000.951116798.x
Zeisser, C., Thompson, K., Stockwell, T., Duff, C., Chow, C., Vallance, K., … Lucas, P. (2012). A “standard joint”? The role of quantity in predicting cannabis-related problems. Addiction Research & Theory, 20, 82–92. doi:10.310 9/16066359.2011.569101
EMCDDA. (2004). Cannabis problems in context — understanding the increase in European treatment demands. Lisbon: Office for Official Publications of the European Communities. Recuperado de http://www.emcdda.europa. eu/html.cfm/index34898EN.html
Mechoulam, R. y Gaoni, Y. (1964). Isolation, Structure, and Partial Synthesis of an Active Constituent of Hashish. Jounal of the American Chemical Society, 86, 1646–1647.
Hall, W. (2015). What has research over the past two decades revealed about the adverse health effects of recreational cannabis use? Addiction, 110, 19–35. doi: 10.1111/ add.12703
Hall, W. y Degenhardt, L. (2009). Adverse health effects of non-medical cannabis use. Lancet, 374, 1383–91. doi:10.1016/S0140-6736(09)61037-0
U.S. Department of Health and Human Services. (2014). A Letter to Parents | National Institute on Drug Abuse (NIDA). Recuperado de http://www.drugabuse.gov/ publications/marijuana-facts-parents-need-to-know/letter-to-parents
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